Enfriar el vino tinto?
Patricio Tapia Chileno experto en vinos escribe en el mercurio de chile sobre enfriar los vinos tintos. Definitivamente estoy convencido que es importante refrescarlos, sobretodo en una ciudad como Cali, pero no creo que debamos bajarlo de los 16 grados máximo. Cuando los enfriamos mucho logramos que los taninos se vuelvan ferrosos, aflore mucho la parte frutal, pero perdemos el equilibrio que a fin de cuentas es de lo que se trata el tema de los vinos.
Para enfriar bastante les recomiendo un rosé, este vino muy frío en una tarde calurosa y con una buena compañia... para que mas.
Al frío con los tintos
Con este calor y con las vacaciones saludándonos al otro lado de la calle, es obvio que una cerveza bien helada es un serio contendor para el vino, especialmente para el tinto. La competencia es dura y la única forma de hacerle frente y refrescarse en el intento es escoger el vino adecuado y, sobre todo, beberlo a la temperatura justa. ¿Qué variedades son las mejores para el verano? Todas, así tal como suena. Porque más allá de la variedad, lo estival en un tinto está determinado muchas veces por la forma en que se hizo, por su estilo enológico. En principio entonces son los vinos varietales los que debieran predominar en el verano, es decir, aquellos vinos sin madera, con uvas de rendimientos mayores en el viñedo que ofrecen menos cuerpo, más simpleza y menos precio. Por mucho que se trate de un cabernet o un syrah, en sus versiones varietales estos vinos son susceptibles a beberse más fríos. Si, por ejemplo, en invierno el mismo tinto lo tomamos a 20 grados, perfectamente en febrero podemos bajarle la temperatura hasta 16 o 15. Lo que sucede allí es que la sensación alcohólica disminuye con el frío, la acidez (la sensación de frescor) aumenta, se intensifica la ligereza del cuerpo y el carácter frutal sube una enormidad. El punto es que si queremos seguir tomando tintos, bajar la temperatura puede ser un riesgo, por mucho que estemos hablando de simples y suaves varietales. Lo peor que nos puede pasar es que, claro, exageremos, se nos quede olvidada la botella en el refrigerador y terminemos sintiendo una mayor astringencia y mucha menor intensidad frutal, dos de los efectos más comunes cuando uno bebe los tintos demasiado fríos. Créanme, se pierde toda la gracia y, aunque se esté bebiendo algo frío, la verdad es que mejor yo prefiero tomarme un pisco sour.
Como siempre, la mejor forma de llevar los tintos a temperatura es ponerlos en una cubeta con agua y hielo, o también enfriarlos en el refrigerador, nunca en el freezer. Ahora, si esto de poner un cabernet a helar atenta derechamente con su forma de ver el vino, si les plantea - digamos- un problema existencial, yo insistiría en la idea de tintos helados, pero corriendo menos riesgos con variedades que, de por sí ofrecen un lado menos seriote y también menos astringente que el cabernet como, por ejemplo, el pinot noir (la alternativa más obvia) pero también el malbec, el cabernet franc y de todas maneras el merlot.
Patricio Tapia.
Para enfriar bastante les recomiendo un rosé, este vino muy frío en una tarde calurosa y con una buena compañia... para que mas.
Al frío con los tintos
Con este calor y con las vacaciones saludándonos al otro lado de la calle, es obvio que una cerveza bien helada es un serio contendor para el vino, especialmente para el tinto. La competencia es dura y la única forma de hacerle frente y refrescarse en el intento es escoger el vino adecuado y, sobre todo, beberlo a la temperatura justa. ¿Qué variedades son las mejores para el verano? Todas, así tal como suena. Porque más allá de la variedad, lo estival en un tinto está determinado muchas veces por la forma en que se hizo, por su estilo enológico. En principio entonces son los vinos varietales los que debieran predominar en el verano, es decir, aquellos vinos sin madera, con uvas de rendimientos mayores en el viñedo que ofrecen menos cuerpo, más simpleza y menos precio. Por mucho que se trate de un cabernet o un syrah, en sus versiones varietales estos vinos son susceptibles a beberse más fríos. Si, por ejemplo, en invierno el mismo tinto lo tomamos a 20 grados, perfectamente en febrero podemos bajarle la temperatura hasta 16 o 15. Lo que sucede allí es que la sensación alcohólica disminuye con el frío, la acidez (la sensación de frescor) aumenta, se intensifica la ligereza del cuerpo y el carácter frutal sube una enormidad. El punto es que si queremos seguir tomando tintos, bajar la temperatura puede ser un riesgo, por mucho que estemos hablando de simples y suaves varietales. Lo peor que nos puede pasar es que, claro, exageremos, se nos quede olvidada la botella en el refrigerador y terminemos sintiendo una mayor astringencia y mucha menor intensidad frutal, dos de los efectos más comunes cuando uno bebe los tintos demasiado fríos. Créanme, se pierde toda la gracia y, aunque se esté bebiendo algo frío, la verdad es que mejor yo prefiero tomarme un pisco sour.
Como siempre, la mejor forma de llevar los tintos a temperatura es ponerlos en una cubeta con agua y hielo, o también enfriarlos en el refrigerador, nunca en el freezer. Ahora, si esto de poner un cabernet a helar atenta derechamente con su forma de ver el vino, si les plantea - digamos- un problema existencial, yo insistiría en la idea de tintos helados, pero corriendo menos riesgos con variedades que, de por sí ofrecen un lado menos seriote y también menos astringente que el cabernet como, por ejemplo, el pinot noir (la alternativa más obvia) pero también el malbec, el cabernet franc y de todas maneras el merlot.
Patricio Tapia.

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