viernes, abril 27, 2007

UNA NOTA INTERESANTE EN EL MUNDO DE LOS VINOS


SABINE DAURÉ, FUNDADORA DE LAS NIÑAS: La francesa detrás de una viña de mujeres

Llegó hace diez años en búsqueda de un terreno, con tan buen ojo que compró en el valle de Colchagua. Allí Sabine Dauré fundó la viña Las Niñas, donde trabajan sólo mujeres, las mismas que administran sus viñedos en Francia. "Fue una casualidad. Mis hijas, desde chicas, se interesaron por este trabajo".


Por Sylvia Bustamente G. Fotografías: Carla Dannemann.

"Me casé a los 20 años y debo reconocer que no había tomado vino en mi vida, no me gustaba. Mi abuela me decía siempre: Tienes que poner un poco en tu agua, pero yo no quería". Han pasado varios años y esa joven, contra cualquier pronóstico, se convirtió con el tiempo en la fundadora de la viña Las Niñas, la única en Chile manejada enteramente por mujeres. Más aún, su vino Tacón Alto acaba de ser elegido el mejor chardonnay por el concurso Wines of Chile 2007. Sabine Dauré (71) es propietaria además de otras tres famosas viñas al sur de Francia y presidenta de la Fundación Château de Jau, dedicada a la difusión del arte contemporáneo.

La historia con el vino de esta mujer alta, de tez muy clara y con unos ojos azules vivaces, comenzó el día en que contrajo matrimonio con Bernard Dauré, descendiente de una familia viñatera. "La familia de mi marido vive en una región de viñas desde la época de los romanos. Su padre, su abuelo, todo el mundo hacía vino", comenta Sabine. Sus labios están pintados con un suave color beige y su pelo albo está recogido en un moño barquillo que amenaza con desmoronarse a lo largo de la conversación. A ella le encanta hablar, gesticular, y son pocas las veces en que tiene que detenerse a buscar la traducción de una palabra del francés al español.

Divertida y elegante, trae un vestido y chaqueta tres cuartos de tela negra y plisada que recuerdan esa distinción innata de las europeas. "No es difícil envejecer, lo difícil es no tener confianza en tu cuerpo. Estoy leyendo un libro que dice algo así como: Si tienes el corazón muy puro seguirás bella. Aunque no creo que sea suficiente. En nuestra zona hay una chica, Pilar Jorquera, que para mí es una belleza sólida, con un tipo un poco indio, una estatua. Su piel, su cuerpo, todo es firme. Eso es la belleza y la juventud".

Cruzar las fronteras fue algo que siempre tuvieron en mente los Dauré. Un antiguo amigo, profesor de la Escuela de Agronomía de Montpellier, les dijo que las mejores tierras fuera de Francia estaban en Chile. Por eso atravesaron el Atlántico hace ya 10 años en busca de un nuevo terroir. Y lo encontraron en la zona de Apalta, en el valle de Colchagua, en la VI Región. Sabine afirma que fue amor a primera vista. "La cordillera, el océano Pacífico y el clima (con 30 grados en el día y 15, en la noche), es el lugar ideal para una viña y, además, acá hay muy pocas enfermedades. Puedes producir un poco más sin perder la calidad. Seguimos pensando que aunque haya viñas en el mundo que desaparezcan, las chilenas quedarán".

Plantaron cepas francesas en 1998, construyeron una bodega en 1999 y tuvieron la primera vinificación el año 2000. "El vino no se puede comprender de manera abstracta. Lo vas conociendo más y más cada año. Yo nunca he cuidado las viñas directamente, pero para la gente que vendimia es una experiencia fantástica, única. Si vives en el hemisferio norte lo haces una vez al año. Si has trabajado 40 años, tienes 40 experiencias diferentes, pero imagina si lo repites en el hemisferio sur, puedes vendimiar ¡80 veces!".

Cada una de las etapas de la construcción de la viña en Chile fueron supervisadas por Sabine. Ella fue quien a poco de llegar encontró un artículo sobre el arquitecto Mathias Klotz en una revista. Fue a ver su exposición, quedó fascinada, y convenció a su marido de que él era la persona para diseñar la bodega. Hoy este "galpón" es donde se realizan todos los procesos vitivinícolas y se alza como un ícono de vanguardismo en una zona marcada por la tradición.

El nombre de la viña también fue otra de sus ocurrencias. No podía utilizar los de sus viñedos en Francia - Château de Jau, Clos de Paulilles y Mas de Christine- , porque nada tenían que ver con esta nueva aventura. "Veía que trabajábamos sólo mujeres y se me ocurrió Las Niñas; lo encontré simpático. Después supe que puede tener un doble sentido y que 'las niñas' también puede ser entendido como prostitutas. Pero no me molesta esta ambigüedad".

Y es cierto, las que manejan la viña son todas mujeres, desde la enóloga - también francesa- , hasta quienes ejercen los cargos gerenciales, entre ellas sus dos hijas. "Fue una casualidad que haya sólo mujeres. Ellas, desde chicas, se interesaron en este trabajo". Incluso sus retratos acompañan cada una de las etiquetas de los vinos reserva. "Vi esa publicidad de las tres mujeres de una empresa de telecomunicaciones y soñé que nuestras fotografías estaban en un cartel en la Panamericana", recuerda Sabine.

Desde su fundación, en 1996, la viña ha crecido - tiene otro fundo en El Huique- y sus vinos son cada día más reconocidos. "Lo más difícil es adaptarlos al mundo en que vivimos, sin perder la identidad. El vino no es una industria o un arte, sino un producto que empuja a la reflexión porque queda ligado al sitio donde se hace, pero que se vende en unos lugares completamente distintos. Entonces hay códigos, una relación con la tierra y la naturaleza muy importantes. Y también con los clientes. Nunca hay que perder de vista que el vino es primero un placer. Si no, no sirve de nada. Y en este placer hay alcohol y aromas distintos, según los países, los lugares; es como un vocabulario. Poco a poco aprendes este lenguaje, y te produce el mismo placer que leer un buen libro".

- Ustedes producen el vino rosé, que tradicionalmente se ha relacionado con la mujer.

- En Europa, el mercado del vino rosé crece un 30 por ciento al año. Ahora, no hay vino de mujeres o de hombres. Una amiga que trabaja en la tienda de una viña me dijo: Este año hubo un 50% más de mujeres comprando que hombres. Cuando pones una botella de vino rosé en una mesa se va con rapidez y a la mañana siguiente te levantas como si hubieras bebido agua.

- ¿Cómo ve la relación entre las chilenas y el vino?

- Hay bastantes mujeres trabajando en el vino, y pienso que, como sucede en todos los países, habrá cada día más en las escuelas de Agronomía y Enología. Hace diez años, cuando íbamos a restaurantes, la mayoría de la gente tomaba Coca Cola, pero ahora casi todo el mundo bebe vino. Incluso mi peluquera en Santa Cruz me decía: Hace una década bebía chicha, ahora me interesa el vino. El vino es parte del desarrollo.

- ¿Qué diferencias aprecia entre las francesas y las chilenas?

- Cuando llegué, hace diez años, me parecían bastante diferentes. Ahora las veo exactamente iguales. Se visten similar, y las chilenas han adelgazado de una manera fantástica. Han cambiado mucho. En los pequeños pueblecitos donde estamos, sucede lo mismo. Hay una cosa internacional. Pero la realidad francesa es más formal, aquí hay más espontaneidad, amistad y gentileza. La gente en Chile es simpática. Sonríe en los supermercados, son afectuosos, y eso es muy agradable.

Crecer en la posguerra

Poco después de nacer Sabine, estalló la Segunda Guerra Mundial. Su familia vivía en las afueras de la ciudad de Toulouse, en la Cataluña Francesa, donde su padre tenía una fábrica de textiles. Cuando terminó la educación primaria, él la matriculó en un internado de la ciudad para que pudiera terminar el colegio. "Durante el invierno no teníamos ni calefacción, ni agua caliente ni nada. Eran tiempos de la posguerra y comíamos de una manera fatal. Cuando salía era la libertad para mí. Bueno, y esto me ha dado la capacidad de adaptarme a sitios un poco difíciles; tengo casi un amor por los sitios difíciles".

Después de graduarse partió a España donde cursó dos años de Filosofía y Letras en la Universidad Complutense de Madrid. De vuelta a su tierra natal, se casó con Bernard Dauré, con el que acaba de celebrar sus bodas de oro, y con quien tiene tres hijos y ocho nietos. "Hace una semana cumplimos 50 años de matrimonio. Estábamos en Apalta y pensamos hacer una fiesta, como en las películas americanas, ir a un restaurante con las candelas, el champagne, pero finalmente nos quedamos en casa y comimos sopa como cada noche".

Sabine y Bernard pasarán los próximos tres meses en Chile, en su casona de Apalta. Y además de velar por el trabajo en sus tierras, aprovecharán para hacer turismo y conocer algún rincón del país. Sabine, además, ocupa su tiempo en supervisar la campaña de imagen de la viña, escribir cada viernes, religiosamente, a sus amigos en Francia y releer a Dostoievski.

El resto del tiempo el matrimonio vive en Francia. En 1974, compraron unas tierras en el Rosellón francés que miran al mar Mediterráneo, y que fueron las que transformaron en sus viñas hoy conocidas por la excelencia y variedad de sus vinos, así como por sus restaurantes.

El primero lo abrió Sabine en Château de Jau por pura casualidad. Corría el año 1979 cuando en unas grutas del valle de Vézère se descubrieron, por primera vez, restos del hombre de Cromagnon, y la mujer del entonces Presidente Valéry Giscard d'Estaing quiso conocer el lugar. "Su comitiva no tenía dónde almorzar y el prefecto me llamó pidiendo ayuda. Yo, a su vez, llamé a un cocinero amigo con la esperanza de que me viniera a ayudar. Pero no. Me preguntó: ¿Qué comen los empleados de la viña? Y le contesté: Pan con aceite de oliva, jamón y tomate, y salchichas. Me dijo: No tienes que buscar otra cosa, tienes que hacer eso. E hicimos eso más unas costillas de cordero. Luego de una década yo estaba harta de las salchichas e intenté cambiar el menú. Pero la gente que venía, decía: Ah, pero cómo, ¿no hay el pan con tomate? ¿No hay el jamón? Por eso, desde hace casi 25 años hacemos las mismas cosas".

En paralelo, Sabine creó la fundacion dedicada al arte contemporáneo, e invitaba a artistas a pasar una temporada en la viña para luego exponer durante el verano. Ella se preocupaba de que periodistas especializados publicaran notas en los diarios de la zona, lo que atraía visitantes a la viña. "Mi trabajo era, al igual que ahora, la comunicación, la imagen. Al principio la definición no era tan clara. Nuestra región hace muy buenos vinos, pero no tiene la reputación internacional de Burdeos. Entonces el arte era la imagen del vino y, por lo tanto, tenía que ser de calidad, de exigencia intelectual".

Así, quienes visitaban las exposiciones, conocían la viña y remataban el día con una comida servida en un ambiente familiar y acompañado de los vinos de la familia Dauré. Hoy es una realidad común que una viña cuente con su restaurante, pero en esa época la idea de Sabine fue totalmente revolucionaria. "En Chile, en el valle de Apalta, organizamos visitas a la viña y la bodega. Aún no tenemos restaurante, pero en el futuro nos gustaría fundar uno", finaliza.

Las otras mujeres de la viña

Todas las mujeres que trabajan en la viña Las Niñas son francesas y cada una tiene una función específica: Estelle es hija de Sabine y presidenta y gerente comercial de las viñas tanto en Chile como Francia; Régine es hija de Sabine y madre de Alix y de Margaux. Administra los viñedos en Francia; Alix estudia Derecho Internacional en París y todavía no se suma al proyecto, al igual que Margaux, que estudia Biología Ambiental en Australia. En la viña además trabajan Germaine y Emma Florenza, madre e hija y también socias de la viña, y Laurence Real, enóloga y gerente general de la viña Las Niñas en Chile, y una de las responsables del vino Tacón Alto, que se vende exclusivamente en El Mundo del Vino.