Matiz Vino y Sabor

lunes, diciembre 17, 2007

LA IMPORTANCIA DE LA TEMPERATURA EN LOS VINOS




Es importante no olvidar que el vino no tolera cambios bruscos de temperatura, si lo sometemos a un cambio brusco el proceso es irreversible, ese vino nunca mas vuelve a ser el mismo. La temperatura de servicio de un vino tiene gran importancia, ya que determina la percepción que tenemos de sus aromas y sabores.

Hay que tener en cuenta que el vino se calienta 2C, cada 15 mins. En una habitación a 25C. hay dos tipos de termómetros, los que se introducen dentro del vino en la botella o en la copa y los externos, que se adhieren al vidrio, pero estos no son muy eficaces, ya que la botella por la parte externa va a marcar 4 grados mas de los que hay adentro, y en el caso de las botellas de Champagne se acentúa el problema por que el vidrio es mas grueso, y la diferencia de temperatura va a ser de 7 grados mas o menos.

ENFRIANDO EL VINO


La forma correcta de enfriar una botella es en una cubitera con agua y hielo, muchas veces cometemos el error de llenar la cubitera solo de hielo, pensando que como es mas frió que el agua el vino se va a enfriar mas rápido, pero no funciona de esta manera ya que no se enfriaría tan rápido por que hay menos superficie de contacto. Y jamás lo ponga en el congelador.

CALENTANDO AL VINO

Un error que solemos cometer al servir un vino tinto es que lo queremos llevar a la temperatura ?chambre?, palabra y costumbre francesa, pero tenemos que tener en cuanta que tenemos climas distintos, en Cali no es necesario calentar el vino, al contrario debemos bajarle la temperatura a este, llevarlo a 18 C, y en algunos casos a 12 o 14 C.

Blancos jóvenes 8C
Blancos dulces 6C
Champagne 8 C
Blancos con cuerpo 10 12 C
Oporto y Madeira 13 14 C
Rosados 10C
Tintos ligeros 12 14 C
Tintos de medio cuerpo 16C
Tintos con cuerpo 18 C

En el caso del Champagne es importantísimo que la temperatura sea exacta, ya que la diferencia de los champagne con los vinos blancos es que los primeros tienen burbuja y queremos que esta se mantenga en la copa, y si los servimos a mas de 10 C la burbuja se escapa, estropeando el trabajo de años del enólogo.

Por debajo de 6 C la lengua ya no siente nada.

Este es un pequeño truco para cuando tengamos un vino que sepamos que no es muy bueno o que presenta defecto le bajamos la temperatura mas de lo normal y se enmascaran los defectos, lo mismo para el tinto o el blanco.

PREMIOS WINE SPECTATOR’S TOP 100 AT A GLANCE 2007

ROBERT MONDAVI CABERNET SAUVIGNON RESERVE 2004 NOVENO EN PUNTUACION WINE SPECTATOR'S CON 95 PUNTOS

Escrito por admin el Tuesday, 4 de December del 2007 a las 3:19 pm

RANK SCORE PRICE WINE
POSICIÓN PUNTUACIÓNR PRECIO VINO

1 98 $80 Clos des Papes Châteauneuf-du-Pape 2005

2 95 $35 Ridge Chardonnay Santa Cruz Mountains Santa Cruz Mountain Estate 2005

3 95 $49 Le Vieux Donjon Châteauneuf-du-Pape 2005

4 95 $79 Antinori Toscana Tignanello 2004

5 95 $60 Two Hands Shiraz Barossa Valley Bella’s Garden 2005

6 95 $90 Château Léoville Las Cases St.-Julien 2004

7 97 $150 Tenuta dell’Ornellaia Bolgheri Superiore Ornellaia 2004

8 95 $80 Mollydooker Shiraz McLaren Vale Carnival of Love 2006

9 95 $125 Robert Mondavi Cabernet Sauvignon Napa Valley Reserve 2004

10 99 $250 Krug Brut Champagne 1996

11 95 $88 Bodegas Muga Rioja Torre Muga 2004

12 96 $70 Domaine du Pégaü Châteauneuf-du-Pape Cuvée Réservée 2004

13 100 $175 Valdicava Brunello di Montalcino Madonna del Piano Riserva 2001

14 97 $45 Joh. Jos. Prüm Riesling Auslese Mosel-Saar- Ruwer Wehlener Sonnenuhr 2005

15 95 $40 Sbragia Family Chardonnay Napa Valley Gamble Ranch Vineyard 2004

16 93 $25 Schild Shiraz Barossa 2005

17 93 $35 Orin Swift The Prisoner Napa Valley 2005

18 96 $48 Bodegas LAN Rioja Edición Limitada 2004

19 97 $62 Kosta Browne Pinot Noir Sonoma Coast Kanzler Vineyard 2005

20 94 $52 Domaine du Vieux Télégraphe Châteauneufdu- Pape La Crau 2004

21 97 $65 Didier Dagueneau Pouilly-Fumé Pur Sang 2005

LAS NOVEDADES DE VINEXPO


Con cuentagotas, ¡es lo 'fashion'!

Los profesionales del vino y de los destilados rivalizan en imaginación para lanzar productos innovadores, adaptados a las nuevas modas de consumo de una clientela más joven e internacional: mini-briks, latas, botes... Vino en mini-brik con pajita incorporada, aguardiente en cápsulas de diseño multicolor y nuevas gamas de vino sin alcohol. Estos son algunos de los productos de última generación que se han exhibido en Vinexpo, el mayor salón mundial de vinos y alcoholes, celebrado la pasada semana en Burdeos.

Buenos vinos americanos son difíciles de encontrar

Muchos excelentes vinos son producidos en los Estados Unidos. California produce algunos vinos excepcionales que rivalizan a las mejores vendimias francesas, italianas y alemanas. Desafortunadamente, la mayoría de los restaurantes estadounidenses ofrecen solo una selección limitada de vinos mediocres. La mayoría de camareros y vendedores de bebidas no entienden de vinos y no pueden recomendar las mejores opciones. El vino favorito que ofrecen en los restaurantes americanos es el Zinfandel blanco, un vino dulce de baja calidad. Solo restaurantes de mejor calidad ofrecen una buena selección de vinos de calidad.

Napa Valley
Napa Valley, California

California es el principal campo viñedo

Cada estado en los EEUU produce algunos vinos. La mayoría de estados produce por lo menos unos cuantos buenos vinos. Solo los estados de California, Oregon y Washington producen muchos vinos excelentes incluyendo algunos excepcionales. California es el principal productor de vinos en los EEUU con miles de viñedos y muchas variedades de excelentes vinos.

Los principales vinos de California

California está bendecida con un clima y geografía maravilloso que hace de éste un lugar ideal para crecer muchas variedades de uvas de vino. El Cabernet Sauvignon de California es el famoso vino tinto de cuerpo-entero hecho de la tradicional uva de Burdeos. El Chardonnay de California, hecho de las mismas uvas utilizadas en el Borgoña Blanco Francés y la Champaña, es un maravilloso vino blanco seco de excelente sabor y complejidad.

Uva de Vino
Uva de Vino

Zinfandel Rojo, un verdadero vino Americano

La uva de Zinfandel es una uva de vino única Americana que probablemente fue importada a los EEUU hace por lo menos 200 años. Estas uvas desafortunadamente se utilizan para hacer muchos de los muy populares y mediocres Rosés dulces llamados "Zinfandel Blanco" o "Blush Zinfandel". Los vinos Zinfandel Rojo son vinos tintos de cuerpo mediano a entero con sabores maravillosamente complejos de baya. Algunos de ellos son excepcionales y frecuentemente están a muy buen precio en muchos restaurantes finos.

Otros Buenos vinos

Algunos excelentes Pinot Noir están disponibles desde California del Norte y Oregon. Los vinos blancos, maravillosamente ligeros, están hechos de la uva de Sauvignon Blanc y Chenin Blanc en California, Oregon y Washington. El estado de Washington también produce algunos excelentes Rieslings Blanco similar a los vinos alemanes más finos. California produce buenos vinos burbujeantes y muchos viñedos de California están empezando a producir algunas variedades típicas de Rhone e Italia tales como Grenache, Gamay y Sangiovese.

Escogiendo los mejores vinos

Es muy difícil elegir los vinos de mejor calidad en los EEUU a menos que conozca la reputación de los productores de vino. El concepto de terroir no es utilizado en la fabricación de vinos en los EEUU. El Valle del Napa y el Valle de Sonoma, son las regiones más famosas de vino de California, producen muchas variedades diferentes y vinos de diferentes grados. Los años de añejamiento no son muy importantes en California ya que muchos de los mejores vinos son usualmente producidos cada año. El precio definitivamente no es un confiable indicador de calidad o valor. Si usted no está familiarizado con los nombres de los mejores productores en los EEUU, pregunte a un mesero informado o al vendedor en los almacenes de vino especializadas.

Precios de vinos

Los mejores vinos están usualmente disponibles a la venta en almacenes especializados de vinos, pero no en supermercados o pequeña tiendas locales de bebidas. Están disponibles en finos restaurantes pero al doble del precio de venta del almacén. Los vinos comunes de mesa se venden de $5 a $10 el litro y algunos de ellos pueden ser sorprendentemente buenos. Los vinos finos de excelente calidad pueden comprar de $10 a $20 por litro si usted sabe que productores ofrecen el mejor valor. Los vinos de superior calidad se venden a $20 o más por litro.

Escrito por: Mike Leco

CONCLUCIONES CATA DE MERLOT-MERLOT

POR Patricio Tapia


¿Cuánto de merlot hay en realidad en todas esas botellas que dicen merlot? No lo sabemos. Desde que en 1994 se descubrió que lo que se creía merlot era en realidad carmenere, muchas viñas se asustaron ante el panorama de tener que vender una cepa que nadie conocía. Hoy hay más consumidores que la conocen, pero aún no al nivel del merlot. Esa es la explicación que se nos ocurre para que las viñas insistan en etiquetar cosas que no son.

Con ese tema en mente, pero también con la idea de ver hasta dónde ha llegado el merlot en Chile, el panel de cata de Wikén se enfrentó a la tarea de catar nada menos que treinta muestras disponibles en el mercado en un rango de entre $5.000 y $7.000. El asunto comenzó muy bien, porque en la primera serie el merlot era el que mandaba con sus notas dulces, su ausencia de aromas vegetales, su cuerpo ligero y su textura suave. Luego, con el pasar de las muestras, el asunto de la confusión se hizo más patente y los carmenere se mostraron con sus notas a pimentón. Muchos fueron eliminados porque no nos dijeron nada y otros, como el Cono Sur, sí quedaron porque eran buenos vinos.

En cuanto al merlot–merlot, creemos que hemos dado con algunas sorpresas y que esta cepa puede tener vida y potencial. Todavía a una escala muy reducida, nos alucinaron los merlot de Odfjell y Morandé, dos ejemplos en donde la sutileza y la complejidad aromática marcaron la pauta de cómo tiene que ser el merlot, al menos para comenzar. Delicadeza antes que sólo fuerza, elegancia antes que cuerpos a lo luchador de sumo. Esa es la idea.

domingo, diciembre 16, 2007

Haga su propia cava

Haga su propia cava

Las son simples. Lo dicen dos expertos en vinos, el periodista Patricio Tapia y el sommelier español Pascual Ibáñez, quienes entregan aquí sus mejores datos para convertirse en un experto en cavas.


POR ISABEL PLANT

El vino está vivo. Cambia, respira, envejece. Por eso el de hoy no será igual en cinco años; lo que ocurre a su alrededor y el paso de los años inevitablemente lo afecta. Hacerlo envejecer con madurez y encauzarlo hacia su plenitud no es difícil: sólo exige cumplir ciertas reglas, y tener una cuota de suerte.

Partamos con lo básico. El vino se guarda de manera horizontal. Así se mantiene húmedo el corcho: si se seca, se encoge y le entra aire a la botella. Entonces usted dejaría de hacer vino y se convertiría en productor de vinagre. Un tip: la etiqueta, para arriba. Eso permite saber cuál es cuál y no tener que estar moviendo las botellas. Porque el éxito de la cava también depende de la paciencia: el vino que ya está acostado, no se mueve más.

Sin intención de confundir, existe una posibilidad de guardar vertical: el screw cap (tapa rosca, que por su cerrado hermético elimina la amenaza de oxidación y el riesgo de contaminación, además conserva mejor los aromas y sabores). Como no hay que humedecerlo, no hay necesidad de acostarlo. De hecho, mejor si la botella está de pie, así el vino no está en contacto con ninguna superficie. "El screw cap es una tendencia mundial. Yo creo que si el vino es bueno, igual lo guardaría", dice Patricio Tapia.

Pasemos a la temperatura. El vino debe mantenerse siempre a una temperatura constante, para que no se contraiga ni se expanda. Así que un termómetro es vital. Patricio Tapia recomienda tenerlo entre 18 y 20 grados, mientras que Pascual Ibáñez sugiere quedarse alrededor de los 15. En otros manuales se puede encontrar que el ideal ronda entre los 12 y 16. Lo más importante en este caso es que el grado se mantenga. A mucho calor, el vino se desarrolla muy rápido (y eso no es bueno), y a muy bajas, muy lento. De nuevo, paciencia.

De la mano de la temperatura va el control de la humedad. No puede bajar mucho, porque entonces el corcho se va a encoger y deja entrar aire. Vinagre, otra vez. Y mucha humedad va a echar a perder la etiqueta y tampoco es recomendable. La ideal: 70%. ¿Cómo se eleva de manera simple? Con un cubo de agua en el lugar. Se evapora y lo mantiene húmedo.

Desde un clóset a una pieza en desuso sirven para esta empresa personal. Lo más importante es mantener al vino alejado de dos de sus enemigos fatales: la vibración y la luz. Al vino no hay que moverlo, y la vibración (por ejemplo, porque está debajo de la escalera), acelera el proceso. La luz también. Así que su cava no puede estar cerca de una ventana. "Son las mismas condiciones con que uno se pega la siesta. A nadie le gusta que le metan ruido, que le muevan la cama, ni que le llegue el sol en la cara", ejemplifica Patricio Tapia.

Siguiendo estos básicos - horizontalidad, temperatura, vibración, luz y humedad- , está en camino a descorchar. Falta uno: los olores. Cortesía de Pascual Ibáñez: "Con el tiempo de guarda y a través del tapón pasarán al vino todos los efluvios presentes en el ambiente".

Así es que, con un lugar limpio y sin olores, sólo nos falta lo más importante: el vino.

De compras. Probar y comprar. Ésa es la recomendación. Si a usted le gusta un vino, y cree que puede envejecer, compre un par de botellas extra, guárdelas y vaya descorchando de a poco. No todos los vinos se tienen que guardar por décadas, perfectamente uno comprado ahora puede llegar a su plenitud en tres, cuatro o cinco años más. Ese punto óptimo en los tintos es la concentración y el gusto a fruta. "Que la fruta no huela a dulzón y huela fresco. En vez que a mermelada de ciruelas, a guinda fresca", dice Tapia. Y están los taninos: ojala que estas sustancias astringentes y amargas tengan una presencia más bien alta en el vino que se va a guardar. "Que se perciba a la vez una fruta viva y no tan madura con un punto de acidez más bien vivo y que haga salivar. Visto así suena a un vino algo duro de consumir, no listo para tomar efectivamente, pero es una buena clave para que el tiempo ensamble todo", dice Ibáñez.

Ya que los expertos experimentan, qué tiene de malo copiarles. Ellos sugieren, entre los vinos de precios más módicos, que se pueden guardar hasta unos 5 años, el Carmen cabernet sauvignon Nativa 99 y el cabernet sauvignon reserva Anakena 2005.

Para guardar 10 años, Robert Mondavi Winery el Casa Real Santa Rita 2002, el Don Melchor de Concha y Toro 2004, el Domus Aurea cabernet sauvignon de Quebrada de Macul 2003, el Clos Apalta de Casa Lapostolle 2003, el Lota de Cousiño Macul 2004, el Altair 2003, el Grand Cru de Chateau Los Boldos 2002 y el AlmaViva 2003.

Los blancos también se pueden guardar, pero sólo hasta unos tres años. ¿Escogidos? Los sauvignon blanc Golden Harvest de Viña Morandé 2000 ($15.500 aprox.), Casa Marín Cipreses, Terrarum de Morandé 2005 y Terrunyo de Concha y Toro.

Cada uno puede buscar los suyos, claro. Lo importante es que sean vinos muy frescos y astringentes, para que la guarda realmente los beneficie. El tiempo de guarda depende de las cepas, pero no se puede generalizar en este punto. Los cabernet sauvignon son los que más duran en guarda, los blancos no duran más de un año por lo general.

Y una aclaración importante: los vinos chilenos todavía no tienen el nivel para ser guardados por décadas. Diez años es lo máximo, después comienzan una curva descendente. ¿Cómo saber cuando está listo? Siempre es una apuesta. Pero el riesgo es parte del encanto de la experimentación. Como dice Patricio Tapia: "El mejor momento para abrir un vino no es físico, sino espiritual".

Pilar Rodríguez, experta en maridaje: La chef del vino chileno

Cuando cumplió cuarenta años dejó su trabajo como encargada de marketing de Tommy Hilfiger para Latinoamérica y se matriculó en la exclusiva escuela de cocina francesa Cordon Bleu. Diseñadora de profesión y cocinera de espíritu, ahora tiene un centro de cocina en Santa Cruz, donde crea los platos para que las principales viñas de Colchagua presenten sus vinos en Chile y en el extranjero.


Por: Juan Luis Salinas T. Fotografías: Carla Dannemann

Pilar Rodríguez adora el campo. Las hierbas recién cortadas. Las verduras frescas. Los incipientes racimos de uvas que crecen en los viñedos que dominan el paisaje, que se observa por los ventanales de su centro de cocina, ubicado en las afueras de Santa Cruz. "Creo que no podría hacer mi estilo de cocina en ningún otro lugar que no fuera aquí, lejos de la ciudad. Éste es el espacio que necesito para hacer lo que me gusta: platos naturales y en los que los ingredientes se muestren tal como son. Es decir, comidas nada de rebuscadas y sin tanta pretensión. Quiero que tengan frescura y dejen una sensación agradable", comenta la chef que se ha ganado el respeto de las principales empresas vitivinícolas nacionales. Viñas que la eligen a la hora de armar las preparaciones con que presentan sus principales vinos en Chile y en el extranjero.

Aunque no le gusta reconocerlo, actualmente Pilar es la chilena más avezada en el complicado arte del maridaje. Su talento para combinar el gusto de sus creaciones culinarias con los vinos la ha llevado a trabajar con una veintena de viñedos nacionales, en su mayoría del valle de Colchagua. Entre sus principales clientes destacan Los Vascos, Montes, Casa Lapostolle, San Pedro y Viña Viu Manent, para la que además desarrolló el menú de su restaurante La Llavería. Además de ser la encargada de realizar los distintos festivales gastronómicos con que ProChile presenta los vinos chilenos en diferentes capitales del mundo.

"Mi trabajo consiste en desarrollar platos que sean la plataforma ideal para que las cepas –creadas minuciosamente por las viñas y por sus enólogos– puedan resaltar todas sus características esenciales, sus taninos, su cuerpo... Los vinos necesitan de preparaciones limpias, nada de platos arquitectónicos. Hay que buscar menús que no les compitan y que los muestren tal como son. Cada cosecha es diferente y eso te obliga a trabajar el doble. El secreto es hacer un puente de unión entre el plato y la nota saliente de un cepaje", asegura Pilar, que rechazó la idea de los cocineros superestrellas que sueñan con instalarse con su propio restaurante y apostó por la tarea de "interpretar" con sus platos "la maravilla del vino".

De la moda a la cocina

Pilar Rodríguez tiene 46 años y llegó a la cocina a los cuarenta, buscando una nueva forma de vida. Una actividad que la llenara internamente. Diseñadora titulada en la Universidad de Chile, durante quince años desarrolló una importante carrera en el negocio internacional. Primero en Nueva York como diseñadora freelance de la marca de jeans Wrangler y luego en Panamá, donde trabajó una década como directora de marketing de Tommy Hilfiger para Latinoamérica y el Caribe. Un puesto que, además de entrenarla en el mundo de los negocios internacionales, le permitió recorrer todo el continente y empaparse de sus culturas, y satisfacer la curiosidad gastronómica que íntimamente escondía tras su estampa de ejecutiva fashion.

"Tengo sentimientos encontrados con esa época de mi vida. Por un lado me pareció un reto fascinante, porque entré a la compañía cuando estaba en pleno proceso de expansión y fui la encargada de vigilar cada detalle de las tiendas que abría en las principales ciudades de esta parte del mundo. Vivía viajando cuatro veces al año a casi veinte países. Aunque me entretenía viendo todo lo nuevo que cada temporada tenían para ofrecer, me sentía una nómada y vivía estresada", recuerda mientras acomoda distintos brotes de menta, hinojo y cilantro sobre una fuente en la enorme mesa blanca donde realiza las largas horas de degustaciones con sus clientes.

El cambio de switch llegó en 2000, una semana después de inaugurar un nuevo local del creador estadounidense en Buenos Aires. Sintió que había terminado una etapa; que había tocado techo y necesitaba embarcarse en un proyecto nuevo.

Su primera opción fue hacer un MBA para oficializar académicamente todo lo que ya conocía, pero luego de una conversación navideña con su hermano mayor cambió de planes. "Me dijo: mírate la cara que tienes, vives una vida loca, cómo vas a seguir en ese mundo. Tienes que hacer algo diferente, estudiar arte o cocina, que siempre te han gustado". A Pilar la idea le quedó dando vueltas y además de postular a una reconocida escuela de negocios, también llenó una solicitud para entrar a L' École de Cuisine et de Pâtisserie Cordon Bleu en París. Lo dejó a la suerte y entraría a la que respondiera primero. La escogida fue la escuela de cocina francesa.

"Fue la mejor decisión que pude tomar. Estudié durante dos años en una escuela donde se respiraba cocina y me saqué la mugre para aprender todo. Como obtuve el segundo premio de mi promoción, tuve la posibilidad de escoger al maestro con quien podía hacer mi práctica. Me quedé con el chef Christian Le Squer, dueño del restaurante Ledoyen que acababa de conseguir su tercera estrella en la guía Michelin. Tuve que ganarme mi lugar porque su equipo estaba formado mayoritariamente por hombres. Para lograrlo hice de todo. Desde lavar lechugas hasta desplumar codornices".

La seducción del vino

Pese a su buena experiencia en Francia, Pilar a fines de 2002 volvió a Chile para armar su propio proyecto gastronómico. Al principio quiso probar suerte en Santiago, pero luego comprendió que la única posibilidad que le ofrecía la capital era trabajar en un restaurante. La idea de crear cartas cada temporada y la competencia por tener llenas las mesas, le recordó su trabajo en la moda y decidió alejarse de la capital. Se fue a Pichilemu, donde vivía su mamá, y se maravilló con todo lo que estaba sucediendo alrededor del vino en esa zona.

"Años antes mi madre me lo había comentado, pero fue en ese momento cuando se me ocurrió que se podía armar un cuento entre la comida y el vino. En Cordon Bleu había aprendido lo suficiente, porque tenían una visión integrada de los dos mundos. Era básico saber de los nuevos vinos, de cómo combinarlos con los platos, para que ninguno opacara al otro. Y eso no lo veía acá, especialmente entre los mismos industriales del vino que entonces mostraban sus caldos estrella con asados y ensaladas, porque era lo criollo. No entendían que un plato errado puede destruir un gran vino, si por ejemplo sirves una comida muy picante con cualquier cepa premium, al final sólo te vas a recordar de lo fuerte de la comida".

Con esa idea, se asoció con su hermano menor Andrés y comenzaron a golpear las puertas de las viñas de Colchagua. "Los dos hablábamos del concepto de maridaje y nos miraban con cara de locos, pero fuimos enviándoles menús, ofreciéndoles degustaciones sin ganar nada y terminaron entendiendo la idea. Las primeras viñas fueron Bisquert y Viu Manent, y después prendieron todas las demás", dice Pilar, quien en los últimos tres años ha presentado vinos nacionales en Buenos Aires, Toronto y Washington, donde incluso preparó un menú especial para una cena que la embajada chilena le ofreció a Plácido Domingo.

Hace unos meses una revista estadounidense le dedicó un reportaje especial y viajó un equipo de cinco personas a fotografiar su estudio de cocina y las diferentes viñas con las que trabaja en Colchagua. "Es una labor muy compleja porque tengo que hacerlo todo directamente con los enólogos. Es una experiencia alucinante. Hay que saber cada detalle de su historia, cómo fue el año de su cosecha, saber durante cuánto tiempo estuvo en barrica", recalca la chef.

Para Pilar, la principal regla de su trabajo es respetar el alma de la cepa que cada viña desarrolló. "Se trata de hacer menús que resalten los atributos que ya tiene, no ocultar sus defectos. Aunque eso no es problema porque los varietales chilenos cada vez son mejores. La tarea ahora es mejorar nuestra gastronomía, ser más críticos ante lo que ofrecemos los cocineros. Es tiempo de ser honestos y dejarnos de armar platos presuntuosos. Prefiero comerme un cebiche bien hecho en un plato redondo, con pescado fresco, que cualquiera de esas construcciones armadas magistralmente con adornos y rayitas al lado". ya

Cada cepa con su comida

Estas son algunas recomendaciones que entrega Pilar Rodríguez para lograr con las cepas básicas un buen maridaje. Un matrimonio bien avenido entre comida y vino.

Sauvignon Blanc: Como esta cepa tiene cierta acidez interesante, es perfecto para acompañarlo con productos frescos como mariscos o pescados crudos. Es ideal para un buen cebiche, no para el sushi; por su ácido no se complementa con el arroz. También con sopas heladas de pepino o tomate.

Merlot: Es una cepa de cuerpo más liviano dentro del universo de los tintos. Queda perfecta con carnes blancas como pollo o un conejo escabechado. También funciona con pastas con salsas de tomates.

Cabernet Sauvignon: Esta cepa de tinto es más potente, densa, con aromas complejos y un color profundo, se homogeniza con una carne roja a punto, porque les hace el peso a las proteínas cárnicas.

Chardonnay: Lo defino como un blanco que tiene baja acidez y posee un cuerpo más amantequillado. Funciona para mariscos cocidos: machas a la parmesana, un chupe de mariscos o una centolla con una salsa de mandarina.

Juan Luis Salinas T..